Veterano de la Guerra del Pacifico es trasladado a mausoleo del Ejército
La historia del héroe de la Guerra del Pacífico cuyos restos descansan en Punta Arenas
Este domingo, a las 9 horas, la V División de Ejército, le rindió un sentido homenaje a Araya, saldando de esta manera una deuda pendiente con este patriota y su familia.
La solemne ceremonia militar tuvo lugar en el Cementerio Municipal Sara Braun y consistió en el traslado de los restos desde la sepultura familiar hasta el Mausoleo de los Héroes del Pacífico.
La reseña leída en el acto da cuenta que a la fecha han transcurrido 139 años del inicio de las acciones de la Guerra del Pacífico. Es aquí, donde asoma el nombre del Cabo Primero Julián Araya Cancino, que impulsado por los mismos valores que motivaron a tantos patriotas en el pasado, fue llamado por la patria en su defensa.
Como muchos chilenos, Araya Cancino acudió al llamado de la patria en los albores de la Guerra del Pacífico para enlistarse en el entonces Batallón Tercero de Línea, como integrante de la compañía de Cazadores.
Durante el combate bélico de 1879, a este Cabo le correspondió participar en las siguientes campañas y acciones: Campaña de Tacna y Arica; batalla de Tacna (26 de mayo de 1880); asalto y toma del Morro de Arica (7 de junio de 1880); Campaña de Lima; batalla de Chorrillos (13 de enero de 1881), batalla de Miraflores (15 de enero de 1881); Campañas de la Sierra; expedición de Canto (febrero-abril de 1882); combate de Malpaso; Combate de Huaripampa; Campaña de Arequipa; expedición Urriola (octubre y noviembre de 1883); Combate de Izcuchaca, y Combate de Huanta.
Es así, que Julián Araya recibió la medalla de plata por realizar la primera Campaña contra Perú y Bolivia, y con dos barras de plata por las acciones en Tacna y Arica. También obtuvo la medalla de plata por realizar la Campaña de Lima y con dos barras de plata por las acciones desplegadas en Chorrillos y Miraflores.
Se radica en Punta Arenas
Acabada la guerra, don Julián toma la determinación junto a su familia de radicarse en la ciudad de Punta Arenas, donde desempeñó diferentes oficios, al igual que colaboró en la conformación del primer Cuerpo Policial en esta ciudad.
Se consigna que era una persona respetada, apreciada por sus vecinos, los cuales siempre le reconocían el hecho de ser un viejo soldado, un veterano de la Guerra del Pacífico, uno que había entrado en la marcha triunfal del Ejército a Lima.
Poseedor de tales pergaminos, siempre se le solicitaba apoyo en las actividades oficiales como el izamiento del pabellón patrio, de las que siempre eran partícipe llevando orgulloso el tricolor y sus condecoraciones.
Julián Araya murió en Punta Arenas el 18 de enero de 1947, a la edad de 101 años, según confesó su bisnieta a La Prensa Austral, aunque el diario El Magallanes de la época dio cuenta que había fallecido a los 108 años, mientras La Prensa Austral informó que tenía 94 años.
Fue sepultado un 20 de enero de 1947, saliendo los funerales a las 17,40 horas de ese día desde un domicilio de calle José Nogueira Nº1740, de esta ciudad.
Las exequias se realizaron con los honores militares de ordenanza y en su último adiós participó prácticamente toda la comunidad, pues era el último de aquellos hombres que labraron gloria para nuestra patria y que residían en Punta Arenas.
En la ceremonia militar, a la que asistieron familiares del veterano de la Guerra del Pacífico e instituciones ligadas al Ejército, se resaltó que con este homenaje se reconoce el sacrificio de tantos soldados, no sólo de los que volvieron y lucían con gran orgullo las medallas por los laureles ganados, sino también por los soldados que se quedaron en aquellas lejanas tierras en las que combatieron, poniendo a disposición el valor más sagrado, sus vidas para lograr la victoria.
Ya en el Mausoleo de los Veteranos de 1879, la Quinta División de Ejército, representada por el jefe de Estado Mayor, Coronel Carlos Cisternas Gallardo, rindió un reconocimiento a los familiares descendientes del Cabo Julián Araya.
“Fue algo muy lindo, y esperaba que esto saliera, porque hacía años que estábamos con este trámite, sobre todo buscando su historia militar, pero muy orgullosa, sobre todo para el Ejército que tenga acá a una persona que luchó por nuestra patria. Y, nosotros como familia, también, orgullosos de que haya sido nuestro bisabuelo”, apuntó Ube Vargas.
El padre de Ube, en su condición de nieto de don Julián, solía relatar la historia del abuelo a sus hijos. En esa época aún éste conservaba la gorra y la espada. “La ropa también la teníamos guardada, pero todo ello se perdió a raíz del primer desborde del río de las Minas, el año 1958, que afectó a nuestra casa en Playa Norte”, concluyó la bisnieta al borde de las lágrimas.
Cabe consignar que esta actividad fue propuesta por la Reserva Guarnicional, más específicamente por personal de la Reserva del Regimiento N° 10 “Pudeto”, quien gestionó el acto ante la Comandancia de la V División de Ejército.
FUENTE: LA PRENSA AUSTRAL
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